domingo, 19 de abril de 2015

Los libros y la noche

Un interesante documental sobre la vida y obra de uno de los más grandes escritores de Latinoamerica: Jorge Luis Borges. Una reflexión que camina algunos de los senderos de sus cuentos y poemas.

sábado, 18 de abril de 2015

Diario de un Cazador Rural

(Por: Luz Victoria Llano)





Me  siento en el suelo y miro a mi alrededor. Acabo de entrar por la portada, que se encuentra en el claro del bosque. No parece haber nada peligroso o amenazador en el paisaje y, sin embargo, me siento inquieta. Los árboles son inmensos y tienen formas extrañas, de raíces torcidas, y ramas que se entrelazan entre ellas formando intrincados diseños; hay arbustos que alcanzan varios metros de altura y enormes y bellísimas flores cuyos pétalos se abren en ángulos y siluetas inverosímiles, sus olores me envuelven en embriagadores perfumes.

Todo es muy diferente a lo que yo conozco y, no obstante, no siento nada anormal en aquel lugar. Es como si la naturaleza hubiera encontrado de pronto la inspiración y la fuerza necesaria para llevar a cabo sus más atrevidas quimeras. Tengo en cuenta la enorme cantidad de energía que vibra en el ambiente.

No es de extrañar que, en mi soledad, me acompañen personas del pasado,  con las que he compartido momentos tan felices en estas montañas.

El bosque me sorprende, al ver que algo se mueve entre las ramas más altas. Sobresaltada vi a lo lejos volar "la soledad", sus colores brillan al sol con visos azul profundo, recorriendo su cuerpo la gama colorida entre el azul claro,el aguamarina  y el amarillo. Parece que en ella se funde el cielo azul, el agua cristalina de la quebrada que corre bajo mis pies y los rayos dorados del sol. La miro volar y busco instintivamente su pareja, nunca vuelan solas siempre tienen en una rama cercana, su compañero. Es la soledad del amor verdadero, de la independencia que deben tener los amantes, que se aman en el respeto y la libertad. Es estar tan cerca, como para sentirse uno al lado del otro, y tan lejos como para poder realizar su propia vida.

Oigo otro ruido mas intenso que desvía mi atención a las ramas de los árboles  que surcan el camino de la entrada. Sólo resulta ser el ruido de un animal, probablemente un pájaro. Sonrio nerviosa, y continúo mi  camino. El ruido aumenta y me hace detener, es tan fuerte que me impide oír los demás sonidos de la naturaleza...es una guacharaca. Si, parecen gallinas grandes, que bajan del monte buscando la comida que les arrebató,  la tala inclemente de árboles.

Sigo caminando,  el claro no esta muy lejos del límite del bosque. Los árboles se abren un poco más allá y dejan entrever las formas suaves de una llanura, iluminada por el sol.

Camino hasta la orilla de la quebrada y allí observo los bellos peces de la región  que brincan a la superficie, permitiéndome admirar su arco iris de colores.

Veo un punto en el horizonte...contengo el aliento.

Contra el cielo, se recorta la alta figura cónica de una torre, una torre de sólidos cimientos, acaba, sin embargo, en un esbelto picacho que parece pinchar la más grande de las nubes.

Se encuentra demasiado lejos como para poderse apreciar los detalles de la estructura, pero a primera vista me parece hermosa e imponente.No obstante, había algo en ella, en su silueta, que me resultaba familiar.

Es una torre de comunicación.

Salgo al camino veredal, a la derecha encuentro la casa solariega de muchas habitaciones que existe hace casi un siglo, sus habitantes recorren los bosques cercanos,  sin interrelacionarse con los vecinos. A la izquierda un sembrado de hortensias, que cubre el perfil de la montaña con su color peculiar.

Camino y me encuentro con los perros del vecindario, se acercan amistosos reconociendo mi olor  familiar.

Un pequeño puente cruza la quebrada,  que me acompaña desde el principio del camino. Regreso, las orquídeas de brillantes colores, la enrredarera " ojo de poeta, cubre agresivamente los árboles nativos a la orilla de camino, las portadas y los linderos sembrados de bambú me impiden ver más allá. Estoy sola en paz conmigo misma y con mi alrededor. Camino de regreso a casa.

lunes, 6 de abril de 2015

Monologo de Sócrates Muñoz

(Por: Gladys Montes)




Debo hacerlo. Qué descontrol, qué necesidad la de actuar pronto, ¿cómo? No sé, pero debo decidir, qué es lo mejor para mí, a que me expongo, pierdo mi comodidad Ring, ring…que suene ese teléfono las veces que quiera. No voy a contestar. Debo concentrarme. ¿Qué decía? Ah, sí. ¿Por dónde sigo? Dejar la universidad, la casa de mis tíos, mis amigos, mi gimnasio. Y Elisa, y Juan, otra vez el maldito teléfono. Voy a desconectarlo. Que se joda quien llama. Elisa…me gusta, pero la veo lejana,  tan especial, su figura, su queridura conmigo, si, no, a veces creo que puedo. Llega el momento y me aparto. Qué horror! Algo me lo impide, no se qué es, intento, intento y no me decido. ¿Y Juan? Me atrae, voy al gimnasio y no dejo de mirarlo, su cuerpo, su agilidad, parece un felino, pero tampoco puedo hacer nada. No sé si yo le agrade, me parece indiferente. Toc, toc, carajo quien llama a la puerta. No abro. Me cuesta trabajo todo. Mis tíos, qué voy a decirles, les causo un disgusto enorme, yo que soy como un hijo de ellos. Ya están viejos, creo que me necesitan pero mi vida, me estanco o sigo adelante, qué camino seguir, hay muchos, busco y busco, falta decidirme. Aplico a la beca, trabajo a en Medellín, viajo a Europa, a París, allí vive mi amiga Marcela, me escribe. Hay trabajo para un profesor de español. Puedo hacerlo. Me encantaría….Pero cómo decidirme, cómo aclaro estas disyuntivas, qué difícil me parece todo!. Necesito ir paso a paso. La premura me agobia. Siento cómo una roca enorme. Va a caer sobre mí. La evito, pero no podré hacerlo siempre. Va a terminar por aplastarme? No. Quiero luchar, necesito aclarar mis dudas, descifrar mis enigmas, ahuyentar mis fantasmas. Me asustan, tengo pesadillas de noche, los veo bajo muchas formas diferentes, un ángel, satanás, Sofía Loren, George Clooney, Elisa, Juan, qué tropel, qué indecisión. A veces huyo…, me escondo, me quedo quieto, creo que deliro, hablo solo, gesticulo solo, parece que voy a enloquecer. Oigo ruidos extraños, la roca que empieza a moverse, se acerca, debo hacerle el quite. Me aplasta, casi, me hago a un lado. Vivo, vivo, no puedo creerlo. Es un aviso, algo debo hacer, pronto, ya, ahora mismo. Pero algo me detiene, estoy solo, suena el reloj, tic, tac, sonidos. Es tarde, no encuentro nada abierto; mañana debo decidir. De repente pienso en mis padres,  donde estén quiero que me ayuden. Qué falta me hacen, los añoro. Suena la llave de la puerta, llegan mis tíos, los saludo, termina mi pesadilla de hoy.

Las penas del Joven Werther



1 de diciembre

¡Oh, Guillermo! Ese hombre de que te he hablado, ese desdichado feliz,
tenía un empleo en casa del padre de Carlota y una desgraciada pasión
que concibió por ella, ¡por ella!, pasión que ocultó mucho tiempo y que
al fin descubrió, lo hizo perder el juicio. Éste ha sido el origen de su
locura. Estas pocas palabras, llenas de sequedad, pueden hacer que
entiendas lo que esta historia me habrá trastornado, cuando Alberto me
la contó con la frialdad con que quizá tú la leerás.

4 de diciembre

Te imploro piedad de mí, porque esto es hecho; ya no podré soportar
más tiempo la situación. Hoy estaba sentado cerca de ella, que tocaba
diferentes melodías en su clave, con un semblante… ¡Con un
semblante! ¿Cómo podría describirla para ti? La más pequeña de sus
hermanas jugaba con sus muñecas sobre mis rodillas. De pronto, se me
salieron las lágrimas y bajé la cabeza; vi entonces en su dedo el anillo
de boda y mi llanto fue más abundante. En aquel mismo instante
comenzó a tocar la antigua melodía que tanta impresión me provocaba
y mi corazón sintió una especie de consuelo, recordando el tiempo en
que aquella música había herido mis oídos con placer; tiempo de
felicidad en que las penas no abundaban; horas de esperanza que
pronto huyeron. Me levanté y comencé a pasearme por la habitación sin
orden. Me ahogaba.

-¡Basta -dije-; basta por Dios!

Carlota se detuvo y me miró interrogante.

-Werther -dijo con una sonrisa que me traspasó el corazón-, muy malo
debes estar cuando tu música predilecta te desgarra así. Retírate, te lo
suplico, y trata de recuperar la calma.

Me separé de ella y… ¡Dios mío! Tú que ves mi sufrimiento, tú debes
terminarlo.

6 de diciembre

Su imagen me persigue: que duerma o que vele, ella sola llena toda mi
alma. Cuando cierro los ojos, en el cerebro, donde se halla la potencia
de la vista, distingo con claridad sus ojos negros. No puedo explicarme
esto. Me duermo y los veo también: siempre están ahí, fascinantes como
el abismo. Todo mi ser, todo, no puede separarse de ellos.
¿Qué es el hombre, ese semidiós ensalzado? ¿No le falta la fuerza
cuando más la necesita? Y cuando abre las alas en el cielo de los
placeres, lo mismo que cuando se sumerge en la desesperación, ¿no se
ve siempre detenido y condenado a convencerse de que es débil y
pequeño, él, que esperaba perderse en el infinito?